Viajando ando

Malta, la isla paradisíaca del mar mediterráneo

Hay lugares que uno tiene guardado en la mente, en un papel, dentro de una lista. Y otros simplemente aparecen por casualidad como resultado de buscar vuelos baratos. Malta fue para mi un poco de ambos, había olvidado que leí sobre este pequeño país y me había parecido bonito, sin ninguna duda no estaba presente como un lugar que quería visitar en el futuro cercano. Ahora no puedo esperar para volver, así de enamorada y sorprendida me dejó. Me casé y parte del ritual de iniciación en esta nueva etapa de mi vida era viajar. O más bien, quería hacer otro viaje más, porque las excusas sobran para conocer lugares nuevos una vez al año. Busqué las conexiones de las low cost aéreas de Europa, poco a poco fuimos descartando, hasta que la idea de estar en esta isla por 3 días antes de emprender el vuelo hacia la siguiente escala, Bélgica, nos gustó. Pero esa es historia para otro día. La primera sorpresa fue investigar el clima y darnos cuenta de que, en pleno diciembre e invierno europeo, debíamos empacar para un verano irlandés, una primavera argentina.

La vista del avión fue exquisita, un mar azul, terrazas de cultivo y construcciones en piedras blancas. Los idiomas oficiales del país son el inglés y el maltes, aunque debo confesar que se habla mucho italiano, tanto como para decir que los locales empiezan hablando ingles y terminan la oración en italiano. Esta fue nuestra primera anécdota al escuchar la radio en Malta. En el aeropuerto preguntamos y alquilamos un auto, nos salió 40 euros por día y pagamos un depósito, el cual fue devuelto 2 semanas luego de entregar el auto. Fue toda una aventura, no solo porque se maneja por la derecha, ya que fue colonia británica, sino por la cantidad de rotondas y curvas. Como toda isla, los caminos son sinuosos, estrechos y las pendientes pronunciadas, donde los habitantes no usan bicicletas, en su mayoría, sino scooter y obviamente autos. La moneda local es el euro, Malta pertenece a la unión europea y el espacio Schengen.

A metros de la capital, Valletta, y la isla mas grande del archipiélago, nos alojamos en un hotel con una habitación privada, por solo 138 euros en total para las 3 noches. Si, realmente barato. La homogeneidad de la arquitectura fue lo primero que nos llamó la atención, todas las casas respetan un patrón: balcones coloridos y una piedra color arena. Inclusive edificios y casas nuevas. Además, la variedad de arquitectura indica ese mix cultural inculcado por cientos de años de conquistas de diferentes regiones. Esa mezcla de romanos y árabes te hace viajar a otras épocas, es imposible dejar de admirar tantos detalles y diferencias al mismo tiempo.  Luego de un primer día atónicos de tanta belleza, historia, el agua transparente y un clima de ensueño en pleno invierno en Valletta, nos dirigimos a probar la comida autóctona.  

Marsaxlokk es una ciudad pesquera de gran belleza, sus botes de colores resaltan en el mar azul. Aprovechamos para pedir mariscos y pescado fresco, comimos a metros del agua, realmente increíble. Uno de los pescados de la zona es el Lampuki y se puede cocinar a la brasa o al horno. Como curiosidad, algunas monedas de lira maltesa acuñadas en 1986, exactamente de diez centavos, llevan la imagen de un lampuki.

 Los precios en Malta son muy baratos y la comida es exquisita, la gastronomía tiene mucha influencia de varios lugares del mundo. Extrañábamos la cocina italiana y como la isla está muy cerca de Italia, supimos usar la oportunidad para comer helado y pasta casera. Con solo tomar un ferry, podes cruzar al sur de Italia.  Algunos de los platos nacionales que probamos fueron el fenek stuffat, que es estofado de conejo y se cocina con guisantes, cebollas, zanahorias, y se le añade al caldo de carne vino. El conejo forma parte importante en la gastronomía maltesa y se sirve de mas maneras. Otro plato fue el ftira, el cual es un pan maltés normalmente elaborado en forma de anillo. Este pan tradicional es Patrimonio Inmaterial de la UNESCO y la mayor parte de las panaderías tradicionales donde se elaboran se encuentra en la localidad de Qormi, conocida como la ciudad de los panaderos, donde se celebra un festival del pan cada octubre. Además, encontramos los pastizzi, de origen turco, que son una especie de empanadillas y el aperitivo más popular de Malta. Consiste en una masa de hojaldre rellena principalmente de ricota, aunque también se le puede añadir carne o verduras.

Si hablamos de la fabricación de queso, está el gbejna, que se hacían antiguamente con leche de oveja, aunque hoy en día también se usa de leche vaca y de cabra. Y por último, pero no menos importante, la miel autóctona. El nombre que Malta recibió por parte de los griegos fue Melite, palabra relacionada con la palabra meli, que significa miel. La importancia de la apicultura maltesa se remonta al tiempo en que los fenicios habitaron la isla y se emplea en sus dulces típicos como los imqaret o el kwarezimal.

Con la panza llena y el corazón contento vimos el atardecer en Blue Grotto. Este lugar es maravilloso, una cueva marítima se puede ver desde el mirador, el contraste del agua celeste y la roca da un espectáculo natural infaltable para ver. A su vez hay una excursión para recorrer esta cueva. Seguimos camino ruteando con nuestro auto rojo hasta Mdina, donde visitamos Mdina Gate y Katidral ta’San Pawl. Esta atracción turista nos hizo sentir en otra época, lo interesante es que además de ser gratuito esta abierto hasta tarde ya que aquí no solo hay edificios antiguos sino también casas reacondicionadas para vivir.

Otra ciudad para ver es Mosta, nos pareció pintoresca y la decoración navideña realmente inigualable. Confirmo que fin de año es una buena época para viajar, ver todo Malta con decoración navideña nos dejó perplejos, es muy mágico. A cada hora las catedrales tocan las campanas, anunciando misas por navidad.

Amanecimos entusiasmados por conocer Blue Lagoon, uno de los sitios mas populares de Malta por el color de sus aguas, totalmente turquesa. Partimos desde la isla más grande del archipiélago hasta nuestra primera parada: Isla Comino. Allí tuvimos un poco mas de una hora para recorrer esta pequeña isla, la cual es protegida como reserva natural. Esta isla tiene una longitud de aproximadamente 2 kilómetros y medio, viven 4 personas y su nombre se debe a la especie comino, que crece naturalmente en la isla. Recomendamos llevar zapatos cómodos para subir las rocas húmedas y recorrer la isla, como también un traje baño porque hay unas pequeñas playas para meterse. Con el enorme barco esperándonos, recorrimos a toda prisa la isla, el sol rasante iluminaba el agua y dejaba ver unas pequeñas medusas inofensivas en algunos sectores. Blue Lagoon rompió nuestras expectativas, es mucho más bella que las fotos, sentimos que estábamos en el caribe y por eso se practica el buceo, snorkel, kayak, entre otros deportes acuáticos por la claridad del agua. Justo a tiempo nos subimos nuevamente al barco para seguir hasta la otra isla: Gozo, la única condición antes de subir era no llevar con nosotros la bebida de piña colada, la cual era tendencia entre los turistas. Es impresionante estar a metros de la costa y poder ver el fondo del mar, así de sencillo supimos que nos habíamos enamorado de este país y en nuestras mentes nos imaginábamos buceando en estas cuevas marinas y ver todo su ecosistema marino a través del agua clara, iluminada por el sol. Porque esto fue en pleno invierno europeo, no podíamos imaginar lo increíble que pudiera ser en las demás estaciones del año.

El puerto Mġarr en la isla de Gozo nos regaló una vista privilegiada de la isla, a lo lejos y levantando la vista se podían ver edificios y templos con ese mix tan único y especial de la arquitectura maltesa, tan propio por ser conquistada por diferentes imperios y/o piases cada 100 años. Optamos por la opción de ser trasladados vía bus hasta el corazón de Gozo: la ciudadela de Victoria. Donde la Cathedral of the Assumption y toda la construcción a su alrededor nos enseñó sobre esas épocas de ser conquistado y las defensas que empleaban. Esta atracción turística tiene un mirador, el mejor de la isla, allí se tiene una vista panorámica de toda la isla de Gozo. También se puede observar en las partes mas altas de la isla, pequeñas construcciones, que se usaban para dar aviso a la ciudad de ataque de piratas u otros, el método usado era encender fuego. Si, muy al estilo de la película El señor de los anillos.

Sin importar cuántas horas, o días estes en la isla, no dejas de maravillarte por esa mezcla cultural tan propia de su historia, los diferentes estilos arquitectónicos, la homogeneidad de los colores y la riqueza a nivel gastronómico como también su clima veraniego característico del mediterráneo. Fue así como ese destino que surgió inesperadamente se convirtió en uno a visitar nuevamente, porque el tiempo que pasamos recorriéndolo no fue suficiente. Hay tantas cuevas marinas, puntos históricos, platos regionales y atardeceres que no vimos, por lo que la próxima volveremos con ganas de más. Malta se robó nuestro corazón.

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